sábado, 7 de abril de 2012

FAMILIA GENERADORA DEL DELITO



FAMILIA GENERADORA DEL DELITO

A modo de introito dejaré establecido que el enfoque dado a esta exposición es absolutamente objetivo, sin ánimo de crítica negativa, muy por el contrario, posee un interés exclusivamente esclarecedor de una realidad que automáticamente y sin razonamiento negamos, obedeciendo a la idea errónea de que nuestra conducta es cabal y correcta, cuando queda demostrado después de mucha investigación, análisis y observación que, la realidad arroja exactamente lo contrario. Nos prestamos a un autoengaño queriendo negar las circunstancias que día a día se hacen mas fehacientes. Acaso sacando las vendas que nos ciegan, podamos dar con el problema enraizado, reconociendo de una vez su origen.

Cuando entramos en el análisis de la delincuencia y su origen, de lo cual existen diversas y variadas teorías, observamos que en un número trascendental de casos el delito se origina en el seno familiar, apoyo mi hipótesis en que es de la naturaleza humana responder a los estímulos ya sean positivos entonces positivamente, o negativos negativamente, cuando el niño no recibe los límites necesarios para generar una mente diferenciadora de lo correcto y permitido de lo que no lo es, formará un adulto poseedor de valores alterados, distorsionados o ambiguos, esto provoca una conducta que transita por un camino no señalizado, lo que resulta sumamente negativo y devastador.

Las familias generadoras de delincuentes, permiten y hasta promueven desde la infancia, transgresiones que irán aumentando en función de determinados ejemplos que señalarán que todo está permitido, y que los derechos ajenos carecen absolutamente de valor, dejando así de lado los vínculos fundamentales que hacen a una sociedad de derecho, para solo atender intereses propios y a cualquier precio, además de esos ejemplos permisivos, encontramos muchas otras fallas de igual importancia que harán al todo final.

En las escuelas y establecimientos educativos ya no existe la disciplina necesaria que hace al respeto hacia la autoridad del docente, hacia las personas, la sociedad, las instituciones, el orden establecido, etc., trayendo esto aparejado, mas inobservancia a la conducta apropiada y debida.

Todos sabemos que si el docente reprende al alumno, se enfrentará, en la mayoría de los casos, a la furia familiar, que no entiende la educación como puesta necesaria de límites, sino que rotundamente niega la falta del niño enfrentándose con fiereza al educador que osó corregir al joven, lo que paulatinamente fue llevando a la flojera en la disciplina educativa, permitiendo que el niño haga lo que desea o como premisa psicológica, que pasó de la protección mental del infante al liberalismo conductual de los niños, como forma de evitar problemas con los progenitores, mencionaba dificultades que pueden llegar hasta la violencia, no ignoramos casos de agresión física hacia el docente por parte de los padres, pero también conocemos demasiados casos de violencia hacia el pedagógico, por parte de los educandos.

Esta forma laxa de educación, para los que tienen la suerte de ser obligados a asistir a la escuela, está instituyendo futuros adultos peligrosamente desobedientes a la moral y las buenas costumbres.

Asimismo, se entrelazan cuestiones tales como el acercamiento a camaradas fijos o esporádicos que están a su vez desbandados, entre quienes existe un lenguaje, un modo de vida y una manera de ver la inconducta como algo natural y común denominador entre los mismos, quienes comparten de esta forma un ambiente, un estrato social, o simplemente las mismas aspiraciones y perspectivas, con esto quiero significar que para adherirse entre sí, las personas necesitan definitiva y excluyentemente parecerse, de lo contrario perderíamos el hilo conductor que los une y agrupa.

Las ambiciones frustradas son otro ingrediente y una fuerte motivación para el ingreso al mundo delictivo, ya que el deseo de poseer bienes materiales no es privativo de nadie, solo que algunos buscan la forma correcta de realizar sus expectativas y otros solo siguen con los lineamientos que han mamado durante su infancia y adolescencia, continuando de este modo con una forma de vida que para ellos es absolutamente normal, y que a su vez, transmitirán con incremento a sus descendientes, y esto provocará, con el paso de los años un efecto geométrico sobre la población, este efecto mencionado ha comenzado a hacerse notar cuando comienza en nuestra sociedad el mal endémico de la inseguridad, ya que esta es provocada por el aumento delictivo.

La falta de oportunidades es otro componente fundamental que genera la desviación hacia el delito, puesto que mucho podría evitarse si se pusieran en práctica planes reales de salida laboral digna para todos y en la medida de la preparación de cada uno, lo que obligatoriamente traería aparejada la sana ambición de la auto superación para lograr una vida mejor, pero lógicamente esto tiene que ver directamente con los “premios” que cualquier sociedad que se digne de ser evolucionada tendría incorporados a su sistema social.

Pero quiero volver sobre los ejemplos familiares y los permisos, poniendo como muestra sencilla que cuando un niño presencia una trasgresión a la conducta debida, el resultado directo es la falta de respeto agravado, ya que el niño lo interpretará como permiso, si papá o mamá lo hacen seguro es lo correcto.

En muchas teorías a cerca del delito se afirma que el delincuente viene al mundo de esta forma, como si la genética, que ha actuado favorablemente a lo largo de miles de años haciendo una selección natural, y produciendo solo evolución positiva en todos los seres vivos, fuera ella sola responsable de la conducta o inconducta de individuos pensantes. Otras teorías afirman que el delincuente es generado por el estrato social sórdido donde se desarrolla, esto tampoco lo comparto, ya que es sabido por todos que aún en los ambientes mas hostiles y paupérrimos se generan, además, individuos ciertamente decentes, honrados y honorables, decisivamente, una vida humilde no es factor determinante para la generación de delincuencia.

Como corolario debo remarcar que en mi opinión no es necesario que se den simultáneamente los presupuestos mencionados para que se incurra en el delito, esto no quita que también existe en justa medida quienes padecen alteraciones psicológicas que los llevan a no medir determinadas consecuencias, pero esto está previsto como todos conocemos en el Art. 34 C.P.N. que se extiende sobre la imputabilidad.

Pero el tema que nos ocupa es la familia y la importancia del cuidado, de los ejemplos, de los permisos y de los límites que les demos a nuestros retoños, es esta y solo esta en realidad, la fórmula generadora de adultos que respeten las normas que se establecen para poder vivir en sociedad, y que, tal vez en un futuro no muy lejano, nos permita sobrevivir al caos que se avecina.

Antaño la educación familiar era extremadamente estricta, hoy es holgadamente inconsistente e indiferente, como todos sabemos los extremos se tocan y son nefastos, queda en nosotros ciudadanos de un mundo cambiante y complicado, formar a los niños en la inteligencia del saber vivir para no pagar en el futuro las consecuencias de los ejemplos que nosotros mismos generamos en el presente.

Tomemos conciencia de los tiempos que se avecinan, que queden tranquilos todos aquellos que educan en el sentido del bien, tratando de sembrar en las jóvenes mentes los parámetros que todo ser humano que se precie de tal debe obligatoriamente observar, pero no dejemos de preocuparnos y ocuparnos de todos aquellos que lo hacen en el sentido de la indignidad.
Con el profundo deseo de que todos podamos vivir en una sociedad donde vuelvan a existir los valores morales, las buenas costumbres, el respeto hacia nuestros congéneres, donde nuevamente nos miremos sin ese dejo de recelo y aprensión que nos aqueja, y que renazca al fin, abriéndose camino, el valor del honor que históricamente nos destacó en el mundo.

RUBEN ORLANDO ALEJO CONDE
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